huevo¡Cómo me gusta comerme una tortilla francesa por la mañana temprano! Me la hago de dos huevos, porque no quiero pasarme, pero si fuera por mí le pondría, por lo menos, la media docena que viene en el cartón reciclable. Ecológicos cien por cien y tamaño XL. Quiero gallinas felices, tratadas a cuerpo de rey,  picoteando en completa libertad la versión gallinácea de nuestras más exquisitas delicatesen. Sin hormonas ni antibióticos.huevo

Y ¿qué es eso de utilizar solo la clara del huevo? PARA NADA. Asustada por médicos agoreros probé a hacerlo en el pasado, y menuda porquería. Yo quiero mis huevos completos, ¡qué ricos, qué suaves, qué blandos! Una tortilla amarilla, esponjosa, apetitosa. Como manda la buena cocina y la rima consonante.huevo

¡Me encantan! Hoy, además, compruebo con alegría desbordante que yo tenía razón: no hay que hacer ni puñetero caso a todos los miserables que se ocupan de extender esa leyenda negra del huevo y su eterno sambenito de que sube el colesterol. ¡Atentos! La mujer más vieja del mundo, una tal Emma Morano (que no era china, sino italiana) se  murió hace poco (en abril), nacida el  29 de noviembre de 1899, COMIA TRES HUEVOS AL DÍA, dos de ellos crudos. Estoy segura de que su longevidad tiene mucho que ver con este ovalado alimento. Ovalado y alabado, al menos por la que esto escribe, que no se cansa de comerlo. Eso sí, crudos no. A la comida le aplico siempre calor. El crudivorismo, para los rumiantes, que tienen potentes estómagos con aditamentos.huevo

Me gusta todo del huevo: su sabor, su textura, el color que tiene, lo fácil y rápido que se prepara, lo bien que sienta (si no añades mucha grasa)…

Yo quiero ser muy longeva, quiero vivir más de un siglo. Una tía de mi padre llegó justo a los cien años. Tengo posibilidades. Además, con todos los tratamientos estéticos que me aplico (y los que aún me pienso hacer, que ni siquiera han inventado), yo calculo a bote pronto, que todavía me quedan bastantes años sin ser una pasa de Corinto. No me interesa vivir tanto si estoy hecha un pergamino. Antes prefiero morirme. Lo bueno de la muerte es que detiene el envejecimiento. Es el  tratamiento más efectivo, aunque radical e irreversible, de momento (los zombis no cuentan,ellos vuelven a la vida, pero mirad de qué forma. ASÍ NO MERECE LA PENA). Y, además, es barato, a menos que te vayas a Holanda a hacerte la eutanasia. En ese caso, afloja la pasta.huevo

El  huevo de ave más grande que existe es el del gorrión grande como un camello. O lo que es igual, del Struthio camelus, nombre científico del avestruz. ¿Si me hago una tortilla diaria con uno de estos huevos, comenzando hoy mismo, podré vivir, como mínimo, hasta los 969 años de Matusalén? ¿Se cumple también aquí la máxima del “menos es más” dicha por el arquitecto  Mies van der Rohe? Reducir algo a lo mínimo. En ese caso mejor me iría tomando huevos de colibrí. ¡Ay, queridos lectores/as, pero no iba a ser tan fácil! Llega ahora otro arquitecto,  Robert Venturi, y dice que nanay, que menos es aburrido. No me queda otra, pues, que volver al huevo gigantesco de avestruz.huevo

Sin embargo, estoy más con Aristóteles. La virtud reside en el justo medio entre dos extremos viciosos. Me quedo, pues, con mis huevos de gallina, punto medio entre los huevos de colibrí y los del avestruz. ¡Larga vida tenga el huevo, que nos da tan larga vida!

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