zombiEsta Semana Santa he visto con mi familia la séptima temporada de la serie “The Walking Dead”. A razón de dos o tres capítulos por noche, nos la hemos tragado enterita. ¡Ay si Franco levantara la cabeza! Cuando yo era chica odiaba la Semana Santa con todas mis fuerzas (el odio infantil es el más intenso y el que jamás se olvida). zombiDe no ser por mis libros de Los Cinco y mis tebeos de Mortadelo y Filemón, me hubiera vuelto (aún más) loca.zombizombizombiLo único que podías ver en la televisión eran películas de romanos, y las tenía tan vistas todas ellas que era capaz de recitar de memoria  cualquiera de las parrafadas que Ben-Hur le suelta a su amigo/enemigo íntimo Mesala ¡Si en aquel entonces me hubieran dicho que andando el tiempo, con muchos años más, iba a pasarme la Semana Santa en el universo zombi, mi corazón hubiera saltado de gozo irrefrenable y mi desazón continua por aquel ambiente ominoso se hubiera aplacado bastante! ¡Hubiera sobrellevado mejor los infortunios y las decepciones que estaban por venir! ¡Cómo me hubiera reído a carcajadas en la cara de mi madre, cuando me mandaba callar por respeto a Jesucristo, que se había muerto en la cruz. Total, si todo queda entre zombis. Jesús, al fin y al cabo, técnicamente, es un zombi, ¿o no? Un muerto resucitado, pero  guapo y bueno. ¡ESA ES LA DIFERENCIA! zombiJesús, cuando resucita, es un adonis total, lleno de buenos deseos, un tío bueno donde los haya, incluyendo todas las acepciones del término. Es un zombi con el que da gusto estar. Los zombis horribles, los que vuelven a la vida en estado deplorable, somos el resto: los mortales del montón, llenos de malas intenciones para con nuestros semejantes aún vivos y coleando. Fritos por hincarles el diente y zamparnos sus entrañas. Criaturas ordinarias, sin ese rancio abolengo, nos morimos y volvemos a la vida en ese apocalipsis zombi de la peor forma posible, en plan cadáver putrefacto y maloliente. Carne agusanada y vísceras colgantes rezumando mala leche. zombiLos más clásicos, muy lentos (pero no te confíes, que siempre llegan), arrastran los pies al estilo del primer George A. Romero, y tienen ese saborcillo rancio, de cine añejo, que nos recuerda a Boris Karloff interpretando al monstruo de Frankenstein. Los más modernos, estilo coreano, a los que se suele denominar no ya zombis, sino «infectados», corren más que Usain Bolt, así que “mariquita el último” si tienes la desgracia de dar con ellos.

zombiAsí pues, yo creo que si Franco levantara la cabeza sería un cadáver nada más, un muerto escapado de la fosa como Raska-Yú, lógicamente. Me queda la tremenda duda de si sería un zombi lento o de los más rápidos…Quizás si consulto Google encuentre a alguien que pueda ilustrarme sobre este extremo.

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