Me vuelven loca los mercadillos. Llega el domingo y no veo el momento de coger la puerta y zambullirme en el batiburrillo ensordecedor de gentes y objetos variopintos. Eso sí, solo me gustan los puestos donde la ropa está apilada sin orden, todo revuelto. Es imprescindible que yo tenga que escarbar, usando mis manos a modo de palas excavadoras, para sacar a la luz los tesoros enterrados. Como no soporto las imposiciones de la moda, comprar ropa de estos montones me permite vestir prendas de otras temporadas, que no las lleva todo el mundo, con otros colores que no son tendencia. Me niego en rotundo a que un grupo de relamidas mariposas me ordenen qué debo ponerme.
La ropa más incómoda es siempre la femenina. No hablemos de los zapatos. Además, el mundillo de la moda está plagado de conspiraciones. Lo más frecuente son los binomios formados por diseñador y médico. Los creadores de los modernos zapatos estilo “chúpame la punta” (¡SINVERGÜENZAS!) se aliaron en impune hermandad con los traumatólogos. 
Por cada juanete operado se llevan, los primeros, sustanciosas comisiones. ¿Pensáis, acaso, que soy tan estúpida como para destrozar mis pinreles en tales instrumentos de tortura? 
Yo no, pero son miles las mujeres que los calzan. Observad, observad, esas forzadas muecas que tratan de hacer pasar por sonrisas el cúmulo de desgraciadas que embuten las pezuñas en tan abominable invento. Y encima pagan, gustosas, el pastizal que no tienen.
Aquí tenéis más ejemplos de alianzas infernales, que ilustran las malévolas corrientes subterráneas que nos tienen subyugados:
– Perverso tándem formado por los diseñadores de vaqueros pata de alambre (los super skinny) y las clínicas estéticas de lipoescultura (sé, de buena tinta, que los cirujanos también se llevan un porcentaje por los casos de gangrena seca).
– Rentable colaboración entre los diseñadores de crop tops y los centros de piercings y tatuajes.
– Cuarteto fatal formado por peluqueros, fabricantes de extensiones de cabello humano, Asociación de Descendientes Legítimos de los Indios Apaches y productores de fármacos y lociones crecepelo.
– Superperverso quinteto formado por la Asociación Mundial de la Salud (OMS), los productores de cremas despigmentantes, la Asociación Mundial de Fruteros, los dermatólogos y los fabricantes de guantes y calcetines. ¡Aquí pilla cacho todo quisque, como os estoy descubriendo!
Ved qué vil sutileza en la línea de actuación de esta camarilla: comed, comed hasta hartaros muchas hortalizas ricas en betacarotenos (nos dice la OMS)- Nosotros le hacemos caso para estar más sanos que nadie-¡¡¡HIPERCAROTINEMIA!!!-Visita al dermatólogo privado (en verdad os digo que antes pasará un camello por el ojo de una aguja, que el médico de cabecera de la Seguridad Social te remita al especialista)- Visita a la farmacia para comprar un despigmentante eficaz – Compramos guantes, mitones y calcetines para esconder la coloración anaranjada de nuestras plantas y palmas.
(N.B. A este concordato pérfido se une, a veces, la Asociación de Cuchillería y Afines de Albacete, pues investigaciones recientes han demostrado que, en casos extremos y sin cura posible, las personas que no logran hacer desaparecer el color anaranjado de su piel, acaban suicidándose. El método favorito es el desentrañamiento con arma blanca).
Visto lo visto, abomino de las tiendas. Saco de estos montones del rastro verdaderas monerías que me cuestan nada y menos. Además, las tallas más chicas apenas tienen público que las demande. Me esperan a mí, pacientes. ¡Venid con mami, les digo! Mi extremada delgadez me evita conflictos con los triceratops que hurgan, a mi lado, en los mismos montones.
El domingo pasado, no obstante, me tuve que marchar antes de tiempo. Me amargaron la mañana los gitanos de un puesto. Rebuscaba yo en un montón, como husky siberiano, metida hasta la cabeza, cuando me fue imposible no oir una conversación que varios hombres sostenían entre ellos. ¡Cuán ímprobo esfuerzo supone para mí enterarme de lo que habla este colectivo, solo comparable al trabajito que le tuvo que costar a Champollion descifrar la Piedra de Rosetta! Transcribo la conversación a un castellano inteligible:
Gitano A (a su mujer, sentada al lado, en una silla de playa, bebe coca-cola. Una abuela de treinta años vestida de luto riguroso. Moño azabache y tirante en lo alto de la cabeza, gruesos aros de oro macizo colgando de sus orejas. Los pechos, como la estanquera de Amacord): “Qué vieja eres, y qué fea. No hay quién te mire, me asustas. ¡Eso no son piernas, son esparavanes!” Acompaña la frase con escandalosas risotadas. La mujer no pía, sonríe y sigue bebiendo coca-cola.
Gitano B (a Gitano A): “La mía es mucho peor. No solo es vieja, fea y con esparavanes en lugar de piernas. Además está muy gorda. Si no para de jalar” Y señala con el dedo de la sortija más gruesa la prominente barriga de su costilla. La gitana, otra abuela de treinta años, calla, asiente y ríe. Gitano A carcajea con estrépito la ocurrencia del compadre. Gitano B interrumpe su plática para echarse al coleto un buen trago de cerveza y, luego, retoma la chispeante conversación con su amigo, siempre dentro de la misma línea de pensamiento.
Mi natural impetuoso me impulsa, en estos casos, a blandir una vara de avellano y machacarles los lomos. Desconozco la pena que impone la legislación española por domar bestias exóticas en plena calle, de modo que me contuve y me marché para casa. Arrastraba, con esfuerzo, dos grandes bolsas de plástico, fruto de mi serendipia montonero-roperil.