Todo lo que he leído, visto, escuchado u oído a lo largo de mi vida me ha servido. Jamás he desdeñado nada de lo que me rodea, por nimio que a veces pareciese. Os aseguro que tan útil y válido me ha sido un refrán de mi portero como el comentario meditado y profundo de un filósofo contemporáneo. Ayer, después de muchos años sin saber qué otra cosa además de una libra de clavos tenía que comprar Clodomiro el Ñajo en la ferretería, POR FIN ME ENTERÉ…¡UN PUÑETERO ESCOPLO! Eso es lo que le mandó comprar el boticario. Desde los años 70, cuando escuché por vez primera esta canción de Carlos Mejía Godoy, he estado lucubrando sobre el encargo que Clodomiro debía realizar. Mi mente, inquieta, curiosa, siempre alerta, siempre aprovechándolo todo como un ama de casa de las de antes, guardó esta duda cuidadosamente en uno de sus nichos más recónditos. Me estoy leyendo (y disfrutando, por lo entretenida que es) la trilogía de Trajano que ha escrito Santiago Posteguillo. En uno de los párrafos apareció la palabra “escoplo” y aunque sabía que era una herramienta usada por los carpinteros, no tenía muy claro qué pinta tenía. Busqué en las imágenes de Google y leí la definición. Como sinónimo venía “formón”. Justo al leer esta última palabra sentí un fogonazo en mi cabeza y comencé automáticamente a tararear esta antigua cancioncilla:
Clodomiro, Clodomiro
Para dónde vas tan serio?
Voy a ver un partidito
allá por el cementerio.
Y en asunto de mujeres,
¿cómo te trata la vida?
Me defiendo, me defiendo
como gato panza arriba.
Y enseguida descubrí que lo que el boticario sin dientes mandó comprar a Clodomiro, además de la libra de clavos, era un formón, o sea, un escoplo.
Aunque vengan como sinónimos en algunos diccionarios, presentan ciertas diferencias. Animada por tan maravilloso descubrimiento decidí investigar más a fondo este asunto y enterarme mejor. Una web de bricolaje satisfizo mi curiosidad: la hoja, según su forma y dimensiones, define el tipo de herramienta. El escoplo es un formón corto, con una hoja más fuerte y gruesa que la del formón, sin biseles en los laterales. El escoplo hace mayor esfuerzo que el formón al cortar y por eso sus hojas son más gruesas que anchas. Tuve que detenerme y no seguir leyendo acerca de las distintas herramientas porque ya mi mente se preguntaba ansiosa qué sería eso del gramil de marcar. Así soy yo. Me pasaba de chica con las enciclopedias y lo mismo me pasa con Internet. Soy insaciable. Me interesa todo. Soy un ente que escucha y observa atesorando en mi cabeza cada palabra, cada imagen, cada sonido, cada gesto que el mundo ofrece en su totalidad, sin rechazar absolutamente nada. Así, cualquier día, de la forma más inesperada, mi cerebro grita eureka, hace una conexión sináptica nueva, y yo aprendo algo que no sabía.