Tengo la manía de teclear en Google, de vez  en cuando, el nombre de un amigo mío que murió joven, hace 25 años. Tecleo su nombre completo, entre comillas, así como su mote, por el cual yo lo llamaba cuando estábamos en el colegio. médiumHoy, que me ha dado por ahí, he visto un perfil de Facebook que me ha puesto los pelos de punta. Era el único que coincidía con el nombre completo y los dos apellidos de mi amigo muerto. En el lugar donde suele estar la foto solo había un rectángulo macabramente negro.

Una sacudida eléctrica me ha paralizado en la silla. Hasta hoy no me había encontrado con ningún perfil de Facebook tan tétrico. Sin embargo,  he visto enseguida que tenía unos cuantos amigos asociados: gente normal y viva, supongo, cuyos nombres no me suenan de nada. Sus caras, todavía menos. Esto me ha decepcionado un poco. La idea de mi amigo difunto abriéndose una cuenta en Facebook desde el Más Allá me encantaba. Me hubiera facilitado mucho la comunicación con él. Recurrir a la ouija nunca ha sido santo de mi devoción. Es una puerta que no deseo abrir. Por ella, además de mi amigo, podrían entrar en mi casa espíritus indeseados, malévolos, unos poltergeist cabrones que sacudieran mi cama por la noche e hicieran volar la vajilla en el aire, incluidos los cuchillos de cocina. Esa, pues, no es una opción. médium

¿No sería buena idea que los muertos, dondequiera que se hallen, pudieran abrirse cuentas en las redes sociales? Total, qué más le daría a Dios, si existe. Siguen estando muertos y en su sitio, pero un poco más distraídos y, además, los que aún seguimos vivos y los recordamos, podríamos ponernos al día de cómo les van las cosas. Tras romper el hielo, después de tantos años, con las típicas frases corteses: “¿Cómo te va la vida?”, “¿Cómo te va la muerte?”, entraríamos en los detalles de nuestras respectivas existencias. Entiendo que no pudiera poner su foto. Los espectros no resultan atractivos, pues el cine les ha dado mala fama. Pero eso sería únicamente al principio, hasta popularizarse estas modernas sesiones espiritistas.

médiumEn muy poco tiempo, nadie vería extraño tener a un muerto por amigo. Sería de lo más normal. La normalidad es siempre cuestión de frecuencia y cantidad. Lo abundante y frecuente, suele ser bastante normal. Lo escaso y esporádico, tiende a tacharse de raro. No hay rastro de mi amigo por Internet. Con las palabras yo haré que nazca de nuevo. médiumAl fin y al cabo si la Biblia, que es un libro tan reputado, serio y fiable, dice que el verbo se hace carne y así puede habitar entre nosotros, ¿no es la escritura una forma de “re-crear” a una persona muerta? médiumY más barata que toda la parafernalia que tuvo que usar Víctor Frankenstein para su mostruo. Además, no necesitas tormentas con rayos y truenos y todo ese aparato eléctrico, que tanto ruido hace y emite una luz incómodamente cegadora.

 

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